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Mindfulness

TRINI CASTELLANOS - INSTRUCTORA DE YOGA
La voz del experto

“Deja la mente en blanco, deja la mente en blanco… Déjala!”. Estas eran las palabras que repetidamente decía en mi cabeza las primeras veces que intenté meditar.


Claro está que así nunca lo iba a lograr, pero eso era lo que yo creía saber de la meditación en ese entonces, antes siquiera de tener una idea de lo que era yoga y la meditación.

Fue hasta mucho tiempo después que entendí que esta práctica no tenía nada que ver con dejar la mente en blanco, más bien se trata de ser conscientes de la conciencia, ser consientes de uno mismo.

 

Cuando hablamos de la meditación, muchas veces nos imaginamos a un ser “iluminado” meditando en las montañas del Himalaya, sin apegos al mundo material y con muchos años de práctica en el tema, pero la realidad es que la meditación puede estar al alcance de todo el que quiera iniciar en ella, sin tener que permanecer horas en la naturaleza o alejados del mundo.

 

Así es como luego de varios intentos fallidos, descubrí el Mindfulness, el cual se puede traducir al español como “Atención Plena”, esta se describe como un estado de conciencia caracterizado por el hecho de prestar atención a una experiencia presente con una actitud de curiosidad abierta, es decir, traer la mente al momento presente, a nuestras acciones y a lo que pasa a nuestro alrededor pero ¿Cómo lo podemos lograr y como comenzar?

 

Cualquier cambio conductual requiere motivación, mucha gente empieza a meditar y para rápidamente, porque su motivación disminuye a medida que la novedad desaparece. Para contrarrestar esta tendencia natural a perder la motivación, hemos de establecer metas cortas y posibles en nuestro plan.  

 

Antes de iniciar toma en cuenta los siguientes consejos:

 

  1. Establece un tiempo  para tu meditación. Puedes iniciar con 5 minutos y a medida que vas aumentando tu capacidad de concentración puedes ir aumentando el tiempo hasta llegar a 30 minutos.
  2. Prepara tu entorno. Busca un lugar cómodo dentro de tu casa, en el jardín o incluso en tu oficina.
  3. Encuentra una postura cómoda. Muchas veces la posición con piernas cruzadas y espalda recta no suele ser la más placentera para todos y después de permanecer unos minutos en esta postura el cuerpo comienza a incomodar más que a ayudar.  Por lo mismo, puedes optar por usar una silla, un sofá o incluso estando acostado. El propósito de la postura sólo es liberarse de la incomodidad, de manera en que uno se pueda desentender del cuerpo lo más pronto posible
  4. Deja tu celular en silencio y coloca una alarma con el tiempo que hayas decidido iniciar en esta práctica. El temporizador evita la preocupación de estar pensando constantemente en el tiempo.

 

Aparezca lo que aparezca (en la mente), simplemente obsérvalo. Esta es la instrucción fundamental del mindfulness.  Se trata de ser consciente, de observar, de constatar lo que se está haciendo la propia mente en el momento en que dicha acción se está produciendo.  Para esto, utilizamos un “ancla” algo que nos permita permanecer anclados al presente, estas pueden ser muchas cosas: respiración, una emoción, la comida, tu cuerpo, lavar platos, lavarse los dientes, pasear al perro, entre otras.

 

Mi “ancla” favorita para el minfulness es la respiración, por el puro hecho de ser algo que siempre puede estar a nuestro alcance cuando la necesitemos. Cuando utilizamos la respiración, simplemente estamos siendo conscientes de ella y de lo que sucede en nuestro cuerpo cada vez que realizamos esta acción. Así de sencillo, respira y observa que pasa, nota que músculos de tu cuerpo se expanden y se contraen cada vez que respiras, trata de percibir si tu respiración está rápida o lenta, sin juzgar su estado, solo observando. Es normal que durante la practica tu mente se vaya a otro lado (pendientes del día, pasado, futuro, entre muchos más), no pasa nada, solo date cuenta que tu mente se fue y vuelve tu atención nuevamente a tu respiración.  Observa si hay algún cambio de temperatura al inhalar y al exhalar, observa el ritmo, la profundidad, las pausas o si sientes algún cosquilleo en la nariz cuando respiras. ¡Observa y percibe todo lo que la respiración hace en tu cuerpo!. Cómo todo en la vida, la meditación también requiere de práctica, por lo que no te desanimes si al principio pasas más tiempo en tu mente que en la respiración, poco a poco lograrás esta habilidad por periodos más largos.

 

Los beneficios de la meditación son muchos, pero para mi el más importante es “calmar la mente”. Habitualmente nuestra mente no se encuentra en un estado de serenidad sino más bien de agitación o de continuo dialogo interno, que frecuentemente se describe como la “mente de mono”. Estos pensamientos tienden a repetirse incansablemente una y otra vez, todos los días, incluso todas las horas. No se trata de un pensamiento que llega a producir soluciones o que resuelve problemas, sino un pensamiento que da vueltas sobre sí mismo y para poder pensar con claridad necesitamos darle un espacio a la mente que nunca para, que nunca se está quieta. Y es esto lo que buscamos con mindfulness, dar una pausa, al menos un momento del día en que podamos crear un espacio de tranquilidad y serenidad.


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