Inhala profundo por la nariz y exhala profundo por la boca… realiza tres veces esta acción antes de continuar.
Ahora que ya tengo tu atención, te pregunto: ¿Cuántas veces al día te detienes un minuto a estar presente? A interrumpir todo lo que estás haciendo, dejar el celular, respirar profundo y observar tu alrededor, sin juzgar lo que estás viendo, sin hacer una interpretación del panorama, simplemente observar a través de tus 5 sentidos, no únicamente con la vista… es probable que tu respuesta sea: “pocas veces. ” y no te culpo, vivimos en una sociedad que cada vez nos exige más: más respuestas inmediatas, más clases extracurriculares, más redes sociales, más competencia, más información, entre muchísimos otros más.
Para comenzar a tener el hábito de detenerte, vamos a probar algo, vas a buscar durante tu día al menos tres momentos en donde puedas parar un minuto, te doy algunos ejemplos:
- En una luz roja
- Mientras te bañas
- Mientras lavas los platos
- Mientras haces alguna fila o espera
- Antes de dormirte
- Mientras manejas hacia tu casa
- En un elevador
En cada espacio y momento que escojas busca sentarte, acostarte o simplemente parar, luego harás lo siguiente: respira profundo como lo hiciste al inicio y relaja los músculos de la cara . Ahora trae tu atención al sentido de la vista, sin hacer ninguna interpretación de lo que estás viendo, solo observa lo que tienes a tu alrededor (colores, formas, tamaños, espacios, etc.) mueve tu mirada a otra cosa cuando sientas que tu mente quiere intervenir y al mismo tiempo, intenta tomar consciencia de tu respiración, es decir, mientras sientes tu respiración intenta observar sin juzgar. Cuando te sientas listo, pasas al siguiente sentido, la audición. Relaja el espacio que se encuentra entre tu oído interno y tu mandíbula y presta atención a los sonidos desde los más lejanos hacia los más cercanos, nuevamente no interpretes de donde vienen, solo escucha y al mismo tiempo, siente tu respiración. Después de un tiempo haz lo mismo con el sentido del olfato: relaja las fosas nasales y ve si logras percibir algún aroma o simplemente sentir el cambio de temperatura que hay entre inhalar y exhalar. Continúa con el sentido del gusto, soltando cualquier tensión innecesaria en la boca y ve si puedes percibir algún sabor por medio tus pupilas gustativas.
Por último trae tu atención al órgano más grande: la piel. Intenta iniciar por notar los estímulos externos, percibe las partes de tu cuerpo que estén en contacto entre sí o entre algo más, nota el peso y la sensibilidad en tu piel, percibe algún rose de viento o aire sobre ella. Ahora, dirige tu atención a los estímulos internos que puedas percibir con la piel, comienza por notar el espacio que existe entre la piel y el músculo… trata de sentir, no imaginar… pon atención a tu sensibilidad y ve que tan profundo puedes adentrar.
Una vez que hayas hecho el recorrido a consciencia, puedes volver a hacerlo o te puedes quedar prestando atención a tu respiración. Luego sueltas con unas respiraciones profundas y continuas con lo que estabas haciendo. Si algo o alguien te interrumpe mientras practicas no pasa nada, al menos tuviste unos segundos presente, puedes parar y continuar si es posible o lo retomas en otro momento… está bien! el objetivo es practicarlo cuantas veces puedas y te recuerdes, ya que solo con la práctica lo volverás un hábito.
En un mundo moderno que avanza a pasos agigantados, tenemos que encontrar un espacio para nosotros mismos, para cuidarnos y para detenernos, se puede hacer con prácticas tan sencillas como esta, así que date la oportunidad de experimentar los efectos de la meditación en ti.